Charcos…
Aunque suene ridículo en los charcos esta uno de los frentes de batalla más activos en el estudio de la criósfera, esto requiere una pequeña introducción:
En algunos post anteriores ya he hablado del mecanismo de realimentación del albedo, resumiendo brevemente dependiendo del color de una superficie esta refleja o absorbe más calor. Pues bien, los charcos son actores principales en como el albedo del hielo puede cambiar de reflejar la mayoría de la luz que recibe a absorber gran cantidad de esta, acelerando el deshielo y debilitando la banquisa donde se encuentran esos charcos.
Además de ser un actor físico, también actúa en los modelos de la química y la biología del entorno ya que algunos de estos charcos pueden ser de agua dulce o de agua salada. Pueden contener micro-organismos cuya actividad puede producir aerosoles y a su vez estos aerosoles pueden volver a la atmosfera donde condensan moléculas de agua para formar gotas o dicho de otra manera para sembrar nubes.
Después de esta pequeña introducción espero que el tema ya no suene tan ridículo. Pues bien, para KOPRI este tema es de tanta importancia que en definitiva articula el calendario y el tiempo de trabajo sobre las banquisas y es el motivo por el cual nuestro campamento de hielo se vio visto reducido en tiempo y latitud.
Hemos estado navegando durante 3 días en busca de un área donde encontrar estos charcos, gracias a las tormentas de nieve esta búsqueda se ha visto complicada. Normalmente un vuelo de inspección con el helicóptero debería dejarnos ver los charcos desde el aire, el problema es que todo está cubierto por una «bella» capa de medio metro de nieve…
Todo se complica con nieve, cuando el helicóptero despega debemos limpiar la pista para que las marcas concéntricas que le sirven de guía durante el aterrizaje sean visibles. Además el helicóptero no permanece mucho rato en vuelo ni se aleja por la visibilidad y la acumulación de hielo en las aspas, en definitiva esto parece un sabotaje.
Finalmente damos con una banquisa suficientemente aceptable para todos y la actividad vuelve a ser frenética en el barco. Esta vez nos anclamos de lado en lugar de encastarnos en medio, la banquisa no es tan grande como la del otro campamento y no podemos arriesgarnos a partirla…
Tras una mañana abriendo camino a través de melt-ponds cubiertos de nieve se da el OK para que el resto de la tripulación pueda bajar a trabajar.
Por un lado, biólogos y químicos se dedican a tomar muestras de agua en diferentes melt-ponds, por el otro Joo-Hong y Lovro instalan un par de equipos para medir el grosor del hielo, grueso de melt-pond y radiación solar sobre el hielo y a través de el. La actividad es frenética durante dos días y finalmente concluimos el último campamento de hielo, en este caso sin ningún aviso de oso.